Mi amiga Betsy perdió la voz. Y sin embargo no hay nada como escucharla: lo que puede decir desde esa mezcla de dolor y su increíble sentido del humor.
Cuando fui a verla al hospital me di cuenta, por primera vez en tantos años de conocernos, cuántas veces ha tenido que luchar para estar viva, cuántas decisiones tomó primero su madre y ahora ella para poder ocupar su cuerpo.
Ahora escucho más de dos voces en mi cabeza. Hay una nueva, como más adulta. Esa la he cultivado, no es yo pero me tranquiliza. Me cuida, me aconseja. Las otras siguen como locas, sin poder poner de acuerdo. Necesito del cuerpo para aterrizar, los achaques, los kilos de más me descubren lo lejos que estoy. Me hubiera gustado ser cantante. A veces logro entonar una frase de una canción de Leonard Cohen, que es lo único que me he aprendido de memoria.
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