En 2013, en el sur de Francia tuve una experiencia difícil: sentí que una oscuridad me envolvía, que no podía distinguir el horizonte. Ocurrió de la manera más casual, en plena noche, cuando salí a fumar un cigarro a la terraza en casa de mi hermana. Todo estaba pegado a mí, como un collage. Asfixiante … ese hoyo negro ocupaba todo. Es el futuro –pensé. No sabemos nada de él, no entendemos la forma en que ya está en nosotros, y hacia dónde nos dirige. Había cierta belleza, pero era aterradora. Todo se mueve, nada es para siempre.
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